Llegar a Estambul desde Bogotá fue toda una odisea, ese ha sido el viaje mas sufrido de los que haya hecho. Tuvimos que cambiar nuestro itinerario vía Bogotá – Frankfurt por una huelga de pilotos en Alemania, así que el camino nos cogió vía Londres y con 12 largas horas de espera porque perdimos la conexión a Estambul, lo que además conllevó a que llegáramos justo una hora antes de que nos recogieran en el hotel y mi maleta no llegó! (Lo que me lleva a darles un tip de viaje, siempre lleven una muda a mano y las cosas mas importantes para el viaje, en mi caso dure 5 días sin maleta en un viaje de 17 días), lo que hicimos fue tomar una ducha súper rápida, desayuno y empezar el camino de 10 ciudades por conocer en este país.
La primero que hay que decir para los que no lo saben es que Estambul esta situada en dos continentes, es una de las tres urbes transcontinentales que se sitúan entre Europa y Asia (las otras dos son Atyrau y Oremburgo). El Bósforo (que en turco se llama Boğaziçi) es un estrecho que divide en dos partes la ciudad de Estambul, uniendo el mar de Mármara con el mar Negro y que separa físicamente Asia de Europa.
Empezamos el recorrido haciendo el cruce del estrecho de los Darnaleos, el cual separa Europa (en este caso la península de Galípoli, Gelibolu en turco) y Asia, en dirección a hacia Canakkale, allí almorzamos al lado del mar y empezamos a ver que nuestro transporte seria un barco que nos llevaría de la parte europea a Asia para llegar hasta Troya, famosa ciudad antigua que evoca por si sola otro nombre poético: la Ilíada de Homero. Allí visitamos el caballo de Troya que, según la leyenda, sirvió para esconder a los guerreros y tomar victoria frente a los enemigos.
Una vez terminas el recorrido por Troya llegamos a Canakkale, la segunda provincia turca que, junto con Estambul, tiene territorio en dos continentes, Europa y Asia. Allí frente a nuestro hotel esta exhibido una replica del caballo de Troya usado para la película de Hollywood Troya y que fue regalado a la ciudad después de terminada la misma. En esta ciudad dormimos y al día siguiente salimos camino a la antigua ciudad de Pérgamo, uno de los centros culturales, comerciales y médicos del pasado. Visitamos el templo de Asclepion, edificio consagrado al Dios de la Medicina y a continuación viajé a Esmirna, para realizar una visita panorámica de esta ciudad, convertida en uno de los más importantes puertos comerciales de Turquía. Esa noche dormimos en Kusadasi, conocida como isla de los pájaros.
Al día siguiente salimos hacia Éfeso, la ciudad antigua mejor conservada de Asia Menor y que durante los siglos I y II tuvo una población de 250.000 habitantes, monopolizó la riqueza de Medio Oriente. En su recorrido se visitan el Templo de Adriano, los Baños Romanos, la Biblioteca, El Odeon, el Teatro, etc.
Una vez realizado la visita nos dirigimos a la Casa de la Virgen María, supuestamente última morada de la Madre de Jesús, la Casa Virgen María es un lugar religioso cristiano a siete kilómetros de Selçuk, donde, según la tradición, Juan el Evangelista llevó a la Virgen María después de la crucifixión de Cristo, huyendo de la persecución en Jerusalén, y hasta su bienaventurada Asunción, según los ortodoxos.
La historia de la casa es muy bonita, hace muchos años Sor Anna Katharina Emmerick (1774-1824), una monja de nacionalidad alemana, un día entre sueños tuvo la visión de donde estaba la casa de la Virgen María. La ubicó exactamente en la ciudad de Efeso, Turquía. Esa visión fue tan perfecta que hasta describió un pozo de agua que allí se encontraba desconociendo ella por completo como eran en realidad esos manantiales que estaba relatando en su ensoñación.
Cuando ingresas a la capilla que es sencilla y acogedora, la visita es toda una experiencia, te sientes distinto. Estaba PROHIBIDO tomar fotos, por lo que ese instante esta guardado en nuestra memoria.
Una de las cosas mas lindas es ver la cantidad de mensajes y pedidos que dejan en el “Muro de los Deseos” todos los que visitan la Casa de la Virgen María. Son deseos anudados con fuerza y con fé. Esta experiencia para los que somos católicos se debería vivir una vez en la vida.
Una vez terminada la visita llegamos a Pamukkale que significa “el Castillo de algodón”, maravilla natural de gigantescas cascadas blancas, estalactitas y piscinas naturales formadas a lo largo de los siglos, por el paso de las aguas de sales calcáreas procedentes de fuentes termales.
Con una altura de 160 metros, y una extensión de unos 2700, la montaña de Pamukkale está en su totalidad cubierta de una sustancia blanca que, en la distancia, puede recordar a la nieve.
Por estos motivos, Pamukkale es uno de los destinos turísticos preferidos de los que viajan a Turquía. Si deseas y el clima lo permite puedes disfrutar de un baño terapéutico en sus aguas termales.
Si tienes tiempo seria un sueño estar hasta la puesta de sol, cuando la roca comienza a teñirse de color rosa. En ese momento, más que nunca, Pamukkale parece un castillo hecho con algodón de azúcar. Pamukkale, ha sido declarado Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO.
Terminado el día, nos dirigimos hacia Capadocia, allí dormiríamos tres noches (post sobre Turquía - Un Paseo por la Nubes / Capadocia /parte I). Después del recorrido por Capadocia nos fuimos vía el Lago Salado, el segundo mayor lago de Turquía en la región de Anatolia central, hacia Ankara, capital de la República turca.
Una vez en la ciudad visitamos el Museo de las Civilizaciones de Anatolia y Mausoleo de Ataturk, fundador de la República. Mustafa Kemal Atatürk (1881 – 1938) es, sin duda alguna, la figura histórica más importante de Turquía. Fue el fundador de la República de Turquía y un auténtico estadista, impulsor de una serie de cambios sociales y culturales que cambiaron el país por completo y dejaron atrás las antiguas tradiciones otomanas.
Turquía es un país entre dos mundos, la combinación entre oriente y occidente es lo que lo hace tan atractiva. Ya sólo por ver Estambul, una de mis ciudades favoritas del mundo, o la Capadocia ya merece la pena el viaje.
Continuará...